Según fuentes diplomáticas familiarizadas con las negociaciones, la Unión Europea y Estados Unidos están cada vez más cerca de cerrar un acuerdo comercial que impondría un arancel del 15 % a la mayoría de los productos. Esta noticia ha reforzado la confianza del mercado y ha aliviado los temores de una escalada del conflicto comercial transatlántico.
Las negociaciones se han acelerado en las últimas semanas, ya que ambas partes buscan evitar una guerra comercial más amplia. A mediados de julio, los negociadores habían logrado avances significativos hacia un acuerdo marco. Sin embargo, el impulso se ralentizó tras un nuevo ultimátum del expresidente Donald Trump, que amenazó con imponer un arancel del 30 % a las importaciones de la UE si no se alcanzaba un acuerdo antes del 1 de agosto.
En respuesta, los Estados miembros de la UE reevaluaron su postura, y algunas fuentes indican que están dispuestos a aceptar un arancel básico del 15 %. Esta concesión se aplicaría a una amplia gama de productos, incluidos los automóviles, que siguen siendo un sector de exportación políticamente sensible pero económicamente vital para el bloque europeo.
El acuerdo propuesto también podría abarcar el acero y el aluminio. Según las conversaciones actuales, las exportaciones que superen las cuotas especificadas se enfrentarían a aranceles de hasta el 50 %. Aunque la parte europea ha mantenido un tono constructivo, persiste el escepticismo sobre la durabilidad de cualquier acuerdo, sobre todo teniendo en cuenta el historial de Trump de revisar o dar marcha atrás en sus posiciones comerciales.
La perspectiva de un acuerdo impulsó los mercados bursátiles mundiales a mediados de la semana. Los inversores interpretaron estos acontecimientos como una señal de distensión, que ha lastrado las previsiones económicas y perturbado las cadenas de suministro transfronterizas.
Los economistas señalan que un acuerdo definitivo aportaría claridad a corto plazo a los exportadores de ambas partes y podría servir de modelo para futuras negociaciones comerciales con otros socios de Estados Unidos. No obstante, persiste la incertidumbre debido a la volatilidad de la política comercial estadounidense en los últimos años.
A menos de dos semanas de la fecha límite autoimpuesta, la atención sigue centrada en Washington. Un acuerdo no solo supondría un alivio para los exportadores europeos, sino que también podría indicar un cambio hacia unas relaciones comerciales más estables en un momento de gran incertidumbre geopolítica y económica.
Si se ultima, el acuerdo podría aliviar la presión sobre las economías de la UE y reforzar la confianza de los inversores de cara al tercer trimestre. Sin embargo, sin compromisos formales, siguen existiendo riesgos de nuevas amenazas arancelarias y reveses políticos.
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